01 de juny 2009

Culé

Copiaré un article que m'ha fet arribar una companya malaguenya, que va sortir publicat ahir el Diario Sur, sobre el Barça.

"Tenía once o doce años y buscaba impresionar a una niña de ojos marrones, profundos y un poco bizcos. Y el mejor modo que se me ocurría para hacerlo era quitarme delante de ella un viejo jersey de lana y lucir mi camiseta azulgrana, como si a través de ese símbolo la niña pudiera captar no sé qué mensaje, una declaración secreta de amor. Quizá pretendía transmitirle era mitología de nombres sonoros, Montjuic, las Ramblas, el Raval, que se amontonaban en mi cabeza gracias a las cartas de mi hermano mayor y por los que luego tantas veces se perderían mis pasos. Fue un fracaso de la telepatía. Ni la camiseta ni los regates por el campo terrizo impresionaron nunca a la niña, ya madura, ya apegada a la tierra y capaz de discernir entre las quimeras de un soñador y aquellos tipos, menos rápidos, pero más director y contundentes que iban con ella. Era el tiempo de los vencedores absolutos. Y aunque uno no asociaba política y futbol sí sentía un natural desapego hacía aquella épica grandilocuente que lucían los vencedores de entonces.

La niña desapareció, pero la camiseta se quedó pegada a la piel para siempre. Dicen que el fútbol es la proyección de los deseos imposibles, de lo que no pudimos vivir y otros ejecutan. PUede ser. Pero, ¿qué otra cosa es sino la literatura? Albert Camus dijo que todo lo que sabía sobre la condición humana lo había aprendido gracias al fútbol. Uno lo ha aprendido gracias al fútbol y a Albert Camus. Una metáfora de la vida o la guerra, un lenguaje, una pasión, el fútbol también es un código ético. Y ahí es donde el triunfo del Barça de Guardiola ha sido más alto. En ese mundo de muchachos millonarios y propensos a la frivolidad ha salido victorioso el esfuerzo continuado, la humildad y el respeto al adversario. Mientras otros al marcar un gol se señalaban su nombre en la espalda, aquí se rendía homenaje al trabajo colectivo, al equipo, al compañero.

Germinó la semilla de Cruyff, se demostró que además de lo apuntado el fútbol también puede ser un tratado de belleza o de geometría. La quimera, el sueño convertido en realidad. Sí, pero, con todo, lo mejor ha sido el ejemplo que aquel 4 mágico y valiente le ha regalado a una sociedad deslumbrada por el éxito llovido del cielo. ¿Es inteligencia o es el seny elevado al cubo? Es voluntad y es talento. Un culé sabe de travesías del desierto, pero también de tesón. Quizá lo uno vaya unido a lo otro. Lo aprendimos ya entonces, cuando los domingos tanían aquella tristeza profunda del túnel, aquella melancolía de transistores y luces de pocos vatios alumbrando unas calles por las que volvíamos de jugar, y a pesar del cansancio sabíamos que el domingo siguiente estaríamos allí, otra vez, pegados a la banda, con la misma camiseta, corriendo con el mismo o más empuje. Aunque ninguna diosa, altiva y un poco bizca, se dignara mirarnos."

Antonio Soler. Diario Sur. 31.05.09

 
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